La corriente eléctrica es letal para el cuerpo principalmente porque interfiere con las señales eléctricas normales que controlan el corazón, los nervios y los músculos. Cuando una persona entra en contacto con una corriente eléctrica, la corriente fluye a través del cuerpo, siguiendo el camino de menor resistencia, generalmente a través de los tejidos con alto contenido de agua, como los vasos sanguíneos, los nervios y los músculos. El flujo de corriente puede alterar los impulsos eléctricos naturales que coordinan los latidos del corazón, provocando arritmias (latidos cardíacos irregulares) o paro cardíaco.
La corriente eléctrica es peligrosa para el cuerpo humano debido a su capacidad de provocar quemaduras térmicas y daños en los tejidos a su paso por el cuerpo. La resistencia de los tejidos humanos a la corriente eléctrica genera calor, que puede quemar la piel y los órganos internos a lo largo del camino de la corriente. Además, las rápidas contracciones musculares causadas por la descarga eléctrica pueden provocar fracturas, dislocaciones y lesiones internas. La gravedad de las lesiones depende de factores como la magnitud de la corriente, la duración de la exposición y el camino que sigue la corriente a través del cuerpo.
La corriente puede matar a los humanos debido a sus efectos en órganos vitales, particularmente el corazón y los músculos respiratorios. Las descargas eléctricas de alto voltaje pueden provocar un paro cardíaco inmediato al alterar el sistema eléctrico del corazón, lo que provoca fibrilación ventricular (latidos cardíacos rápidos e irregulares) o taquicardia ventricular (frecuencia cardíaca rápida). Las descargas de bajo voltaje también pueden ser mortales si provocan parálisis de los músculos respiratorios y provocan asfixia. Además, las lesiones eléctricas pueden provocar complicaciones secundarias como insuficiencia renal, daño neurológico e infecciones, que pueden contribuir a la mortalidad.
La causa de muerte por corriente eléctrica suele implicar un paro cardíaco o insuficiencia respiratoria inducida por los efectos de la descarga en los sistemas eléctrico y fisiológico del cuerpo. Las descargas eléctricas alteran el funcionamiento normal de los nervios y músculos, incluido el músculo cardíaco, lo que puede provocar arritmias mortales o el cese total de la actividad cardíaca. En los casos en que el shock afecte a los músculos respiratorios o provoque parálisis, puede producirse la muerte por imposibilidad de respirar adecuadamente. La gravedad de la lesión y la posibilidad de muerte dependen del tipo y la intensidad de la corriente eléctrica, el recorrido por el cuerpo y la rapidez de la intervención médica.
Cuando la corriente eléctrica pasa a través del cuerpo, puede causar una variedad de efectos fisiológicos dependiendo de factores como la magnitud de la corriente, la duración de la exposición y el recorrido a través del cuerpo. Los niveles bajos de corriente pueden causar sensaciones de hormigueo, contracciones musculares (tetania) y dolor. Las corrientes moderadas pueden provocar espasmos musculares graves, quemaduras y daños en los tejidos. Las corrientes elevadas, especialmente las que superan ciertos umbrales, pueden provocar paro cardíaco, parálisis respiratoria y destrucción extensa de tejidos. El paso de la corriente a través de los tejidos genera calor, que puede provocar quemaduras térmicas y daños a los vasos sanguíneos, nervios y órganos. La atención médica inmediata es crucial para evaluar y controlar los efectos de una descarga eléctrica para minimizar las consecuencias y complicaciones a largo plazo.