Los diodos emisores de luz (LED) emiten cierta cantidad de calor junto con la luz cuando están en funcionamiento. La generación de calor en los LED se debe principalmente a ineficiencias en la conversión de energía eléctrica en energía luminosa. Si bien los LED son mucho más eficientes energéticamente que las bombillas incandescentes tradicionales, que emiten una cantidad significativa de calor, los LED aún producen algo de calor como subproducto de su funcionamiento. La cantidad de calor generado depende de factores como la entrada de energía al LED, la eficiencia del propio LED y las medidas de gestión térmica empleadas en el dispositivo o accesorio LED.
Los LED generan calor durante su funcionamiento, aunque generalmente son más fríos que las luces incandescentes o halógenas tradicionales. El calor producido por los LED proviene de la conversión de energía eléctrica en luz y una pequeña fracción en energía térmica. Los diseños de LED eficientes y una gestión térmica adecuada pueden ayudar a minimizar la acumulación de calor, garantizando que el LED funcione dentro de límites de temperatura seguros para un rendimiento y una longevidad óptimos.
Los diodos LED pueden calentarse durante el funcionamiento, especialmente si se utilizan a niveles de potencia más altos o en ambientes con poca ventilación. El calor generado es el resultado de las pérdidas de energía dentro de la estructura del LED a medida que la energía eléctrica se convierte en luz. Para mitigar la acumulación de calor y los posibles daños al LED, a menudo se utilizan disipadores de calor, almohadillas térmicas u otros mecanismos de enfriamiento para disipar el calor lejos de la unión del LED y los componentes circundantes.
Las luces LED generan calor, aunque mucho menos que las bombillas incandescentes tradicionales. El calor producido por los LED es consecuencia del proceso de conversión de energía en el que la energía eléctrica se convierte parcialmente en luz y una parte en calor. La cantidad de calor generado varía según el consumo de energía, la eficiencia y los factores ambientales del LED. La gestión térmica eficaz es crucial para mantener el rendimiento y la confiabilidad óptimos del LED y al mismo tiempo garantizar que el LED funcione dentro de rangos de temperatura seguros.
Los diodos emisores de luz pueden experimentar fallas con el tiempo, lo que a menudo se denomina «quemado». El desgaste del LED puede ocurrir debido a varios factores, como acumulación excesiva de calor, funcionamiento prolongado a altas temperaturas, tensión eléctrica excesiva o defectos de fabricación. Si bien los LED son conocidos por su larga vida útil en comparación con las bombillas tradicionales, factores como una disipación de calor inadecuada, un diseño deficiente o sobretensiones pueden contribuir a fallas prematuras. Una gestión térmica adecuada y el funcionamiento de los LED dentro de sus límites eléctricos y de temperatura especificados pueden ayudar a prolongar su vida útil y reducir la probabilidad de que se quemen.